Cuando miramos atrás y evocamos a alguien especial, nos damos cuenta con estupefacción que nuestra memoria perezosa solo está compuesta por lapsos, pequeños fragmentos, preciosos momentos que fueron compartidos. Fracciones de tiempo que dan testimonio de su presencia y que guardamos celosamente en nuestra memoria para convertirlas en recuerdos imborrables.

 

Aunque vivimos juntos en el mismo camino, décadas de alegría, tristeza y emociones, al final su historia se cuenta y se traduce en breves crónicas. Crónicas que serán más que suficientes para mantener viva su presencia.